Aquella desgarradora noche, insidiosa, inverosímil, en la que con un gesto cortés se le dio la bienvenida, como se acostumbraba siempre luego de dar fin al aquelarre, se comprobaron las sospechas que cuatro de las cinco cabezas poseían, los temores que se creían superados, aparecieron al ver nuevamente el tablero de ajedrez, moviendo sus peones de forma estratégica y tenaz hacia la estufa.
Bueno, qué te puedo decir.
ResponderEliminarTus historias son geniales, como siempre.
Bueno, espero leer más creaciones tuyas
y pasa por mi blog.
Felicidades...