octubre 07, 2010

Silencio estacional

Llovía, sí, de forma amena, el olor de la tierra mojada y el sonido de las gotas estrellándose con las otoñales hojas, que de forma valerosa se aferraban a las ramas de los árboles para no dar término a su vida. Una guerra pacífica se libraba en ese momento a mi alrededor; el polerón gris que llevaba en ese momento, rápidamente cambió a un tono más oscuro, el agua corría libremente por mi rostro, causando escalofríos al pasar por mi cuello y posteriormente mi espalda.
Aquel día el clima jugó a mi favor, generó un momento armónico tan intenso, pero breve a la vez, que cuando abrí mis ojos, aún sostenía el cadáver entre mis manos mientras éste me observaba de forma acusadora con sus ojos opacos y desorbitados.

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